Las narices gotean, los ojos se ponen llorosos, las gargantas experimentan picor y la gente estornuda. A medida que avanza la temporada de la fiebre del heno —que afecta a entre el 10% y el 30% de las personas—, examinamos la evidencia para determinar qué es realmente cierto acerca de esta irritante condición.
1. La fiebre del heno no tiene nada que ver con el heno
A principios del siglo XIX, se asumió que el heno recién cortado era el causante de este problema, de ahí el nombre "fiebre del heno". Sin embargo, un médico británico llamado James Bostock, quien sufría estos curiosos síntomas cada verano, identificó correctamente que la exposición al heno no era la causa.
La conexión con el polen la hizo en 1859 un científico británico llamado Charles Blackley, quien descubrió que el polen, especialmente el más ligero producido por los pastos y los árboles, tenía más probabilidades de inducir los síntomas. Hoy sabemos que el sistema inmunológico sobrerreacciona al polen, tratándolo como un virus y provocando todos los síntomas familiares de la fiebre del heno.
VEREDICTO: verdadero
2. La fiebre del heno desaparece con los años
Por lo general, se supone que la fiebre del heno comienza en la niñez y desaparece gradualmente a medida que se envejece. La buena noticia es que la mitad de las personas encuentran que sus síntomas se alivian con la edad, y en un 20% de los casos, desaparecen por completo. Sin embargo, durante el resto de la vida, los síntomas pueden continuar recurriendo cada año.
También puede suceder al revés: hay personas que nunca experimentaron la fiebre del heno en su niñez o adolescencia y descubren los síntomas por primera vez en sus 30 o 40 años. Desafortunadamente, los casos de fiebre del heno sí parecen aumentar en muchos lugares.
VEREDICTO: verdadero (pero solo si tienes suerte)
3. La fiebre del heno no es tan grave después de que llueve, porque el agua se lleva el polen
La lluvia ayuda a reducir la cantidad de polen en el aire, pero la intensidad de la lluvia es crucial. La lluvia ligera o moderada puede arrastrar el polen y aliviar los síntomas. Sin embargo, la lluvia intensa puede tener el efecto contrario, levantando más polen hacia el aire, especialmente si hay mucho viento.
Investigadores han encontrado que la incidencia de rinitis alérgica aumenta después de lluvias fuertes o tifones. Por lo tanto, la lluvia puede ser un alivio o un agravante, dependiendo de su intensidad.
VEREDICTO: depende de la cantidad de lluvia
4. La fiebre del heno es peor durante el día
El consejo estándar para quienes padecen de fiebre del heno es permanecer dentro de casa durante el día, cuando los niveles de polen son más altos. Sin embargo, esto no es siempre cierto. Los niveles de polen pueden variar significativamente según la especie de planta y el momento del día.
Estudios han mostrado que mientras algunos tipos de polen son más bajos durante la noche, otros pueden ser más altos. La respuesta depende de dónde vives, qué tipos de pastos son comunes en tu área y a cuáles eres alérgico.
VEREDICTO: no necesariamente
5. Los antihistamínicos para la fiebre del heno te adormecen
Los antihistamínicos bloquean la acción de la histamina, aliviando algunos de los síntomas de la fiebre del heno. Los antihistamínicos más antiguos de primera generación tenían un efecto secundario común: la somnolencia. Esto no era un problema durante la noche, pero resultaba incómodo durante el día.
Sin embargo, los antihistamínicos de segunda generación, introducidos en los años 80 y 90, tienen menos probabilidades de causar somnolencia, ya que no cruzan la barrera hematoencefálica con tanta facilidad.
VEREDICTO: sí, pero solo a veces
6. La miel puede reducir los síntomas de la fiebre del heno
Una cucharada de miel ha sido recomendada por algunos como un remedio natural para la fiebre del heno, pero la evidencia científica es limitada. Un pequeño estudio en Estados Unidos no encontró diferencias significativas en la gravedad de los síntomas entre quienes consumieron miel pasteurizada, miel sin pasteurizar o jarabe de maíz con sabor artificial a miel.
Un estudio en Finlandia descubrió que la miel con polen de abedul agregado parecía ayudar, pero los autores advierten que esto fue solo un estudio piloto.
VEREDICTO: tiene buen sabor, pero faltan pruebas de que funcione